Hablar de cultura en las organizaciones es hablar de la base sobre la que se construye todo lo demás. En tiempos de cambio acelerado, muchas veces se piensa que lo nuevo es la velocidad. Sin embargo, lo verdaderamente desafiante no es correr, sino saber hacia dónde se quiere ir. La claridad de propósito se vuelve indispensable: de nada sirve moverse rápido si no existe un destino definido. En este contexto, es útil diferenciar tres conceptos:
- Cambio, entendido como hacer las cosas de un modo distinto.
- Transformación, que implica ser diferentes.
- Evolución, el paso a un nuevo estado sin perder la esencia.
Las organizaciones de hoy necesitan atravesar estas tres dimensiones, revisando estructuras, modelos de liderazgo y, sobre todo, su cultura.
De estructuras rígidas a organizaciones con balance
Durante mucho tiempo, las jerarquías tradicionales fueron la forma predominante de gestión. Ese modelo nos permitió llegar hasta acá, pero hoy ya no resulta suficiente. Las empresas necesitan mantener planificación, métricas y eficiencia, pero al mismo tiempo incorporar colaboración, autoorganización, innovación y respeto por la capacidad de las personas. El desafío está en encontrar equilibrio: entre jerarquía y horizontalidad, entre eficiencia y creatividad, entre autoridad formal y poder de liderazgo.
La cultura como jardín
La cultura organizacional no es un concepto abstracto: es lo que emerge de los comportamientos que se promueven y de los que se toleran. Se cultiva día a día como un jardín, iluminando y nutriendo lo que queremos que crezca y desmalezando lo que no suma. Podemos pensar la cultura en tres niveles:
- El ser: creencias, pensamientos y sentimientos compartidos.
- El hacer: las decisiones y acciones concretas.
- El tener: los resultados visibles que se generan a partir de lo anterior.
Nuevos modelos de liderazgo
El liderazgo también está evolucionando. Ya no se trata de líderes que lo pueden todo, sino de personas que ejercen con vulnerabilidad, generosidad y coraje. Modelos como el liderazgo servicial, el liderazgo transformador y el liderazgo consciente ponen en primer plano el servicio, la capacidad de adaptación y el propósito. Estos enfoques ayudan a movilizar a los equipos y a generar compromiso real, elementos clave para acelerar estrategias en un mundo donde el largo plazo ya no es diez años, sino apenas tres.
Eficiencia más experiencia
La experiencia se está convirtiendo en el gran diferencial del siglo XXI. La eficiencia sigue siendo importante, pero ya no alcanza: las organizaciones que logren combinar eficiencia con experiencia, colaboración e innovación serán las que realmente puedan desplegar todo su potencial colectivo. En definitiva, hablar de cultura organizacional es hablar de cómo se construye cada día el espacio en el que trabajamos, qué valores elegimos priorizar y cómo traducimos esas creencias en comportamientos. La invitación es a seguir cultivando una cultura viva, capaz de adaptarse y evolucionar sin perder su esencia.
Este artículo se basa en la charla «Conectar desde los valores: una cuestión de cultura» de Iris Gastañaga, CEO de Kinetic Corp. Podés verla en nuestro canal de YouTube.