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IA generativa: ¿un espejo del cerebro humano?

Tiempo de lectura: 2 minutos
La inteligencia artificial generativa no solo procesa datos: crea. Y en ese gesto, tan parecido al humano, nos obliga a repensar qué entendemos por originalidad, creatividad y ética en un mundo donde lo real y lo artificial se entrelazan.
Inteligencia artificial que se lleva un dedo a la cabeza

En los últimos años, la IA generativa dejó de ser un concepto futurista para convertirse en una herramienta cotidiana. Textos, imágenes, música y videos pueden surgir en segundos gracias a estas tecnologías. Pero más allá del asombro, aparecen preguntas de fondo: ¿qué tan «creativo» puede ser un sistema entrenado con datos previos? ¿Hasta dónde lo que produce es original? Y sobre todo, ¿qué significa para nosotros, que durante siglos asociamos la creación exclusivamente a lo humano?

 

De procesar datos a crear contenido

 

Las inteligencias artificiales tradicionales están enfocadas en analizar grandes volúmenes de datos o en predecir comportamientos futuros. La generativa, en cambio, produce cosas nuevas: textos, imágenes, piezas musicales y más.

No parte de un catálogo preexistente: combina lo aprendido y propone algo distinto. Es, en muchos sentidos, un asistente que no crea de la nada, pero sí es capaz de presentar soluciones inéditas.

 

La analogía con el cerebro humano

 

El paralelismo es inevitable: así como un niño aprende a dibujar o hablar a partir de ejemplos, la IA generativa se entrena con información previa y luego mezcla esos aprendizajes para generar nuevas respuestas.

Las redes neuronales artificiales buscan emular el funcionamiento del cerebro, aunque siguen siendo, en gran parte, una «caja negra»: sabemos cómo las entrenamos, pero no siempre cómo llegan a los resultados que entregan.

Esta similitud con nuestra forma de aprender y crear explica el interés creciente de la neurociencia en estos sistemas.

 

El dilema de la originalidad

 

Los detractores pueden argumentar que la IA no crea, sino que une elementos ya existentes. Pero, de la misma manera, nos encontramos con este dilema al hablar de creatividad humana: ¿una canción es nueva si usa acordes y notas que ya existen? ¿Una receta puede llamarse original si combina ingredientes que alguien usó antes? 

Lo que cambia es que ahora los límites entre lo humano y lo artificial son cada vez más difusos, sobre todo en áreas creativas como la escritura, el arte visual o la música. Y ahí surge la pregunta: ¿estamos frente a una nueva forma de creación?

La IA generativa también empieza a cuestionar algo aún más profundo: qué es ser humano. Quizás sea este el verdadero origen de nuestra incomodidad: la IA no solo replica nuestras capacidades, sino que toca nuestra esencia, eso que creíamos intransferible.

 

La IA generativa nos obliga a mirarnos en un espejo inesperado: uno que refleja nuestras formas de aprender y crear, y que nos hace debatir sobre qué significa ser original. No sabemos aún hasta dónde llegará su impacto, pero sí sabemos que ya está transformando la forma en que trabajamos y pensamos la creatividad.

En Kinetic Training creemos que la mejor manera de aprovechar estas tecnologías es formarse para usarlas con conciencia y estrategia. Por eso ofrecemos capacitaciones diseñadas para aplicar la IA en distintos roles profesionales. Porque el futuro ya está acá, y depende de nosotros decidir cómo lo habitamos.

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